Ha llegado un momento apoteósico en mi vida.

Me encuentro en estos mismos instantes haciendo la maleta, algo que siempre me ha resultado toda una hazaña en la que en la mayoría de las veces pierdo la batalla porque lleno la maleta de esos ‘por si acasos’ que luego jamás usaré y que no hacen más que ocupar espacio en una maleta destinada a mutar de forma y transformarse en un bulto abominable… Aun así no deja de convertirse en una hazaña, se pierda o no la batalla. Hazaña, momentazo o la proeza de cómo conseguir que “esto cierre y pese menos de 20 kilos cuando vaya a facturar”.

El mini susto y el mini susurro que sueltas para ti misma de: “venga pequeña mete tripa” (refiriéndote a la maleta), cuando estás frente al mostrador de facturación y el/la trabajador/a que revisa tus billetes y tu equipaje te observa concienzudamente como si fueras sospechoso de llevar el sable de Napoleón, un jamón pata negra, un alijo de coca y hasta un ave de corral. Todos tus esfuerzos se transforman en aparentar la armonía propia de quien no carga una maleta sino una grácil y liviana bolsita de equipaje con dos bragas, dos pantalones y dos camisetas para tres meses.

¡JÁ! Y no hay quien se lo crea, por eso yo lleno la maleta de ‘por si acasos’, porque nunca se sabe si te va a tocar vivir la nevada monumental, ‘por si acaso’ la segunda extinción cretácica, la invasión alienígena o si el sol caerá sobre la Tierra. Así que ropa para todo.

Bueno y todo este rollazo sobre maletas y límites de kg (del que ya me extenderé más en profundidad en próximos episodios) para decir que por fin ha llegado la hora de mi primera y gran aventura en solitario: Jamaica, here we go! 

Tres meses de aventura en Jamaica

En menos de 48 horas estaré volando rumbo a las Grandes Antillas y yo todavía no sé qué ponerme, ni que llevarme, ni donde dormiré la primera noche, por no saber no sé ni inglés. Aunque allí se habla una mezcla rara entre inglés y patois que es como si un Latinoamericano se fuera tres meses al pueblo más catalán de Cataluña. Pero bueno, alegría y muchos por si acasos en la maleta, siempre te salvarán de cualquier encrucijada (y el sable de Napoleón también).

Por delante me esperan unos casi tres meses de aventura por Jamaica y espero que también por Cuba y alguna que otra islilla caribeña, en las que espero descubrir ya no solo las tradiciones y estilo de vida locales, sino también paisajes, la gastronomía y gente buena que me abra las puertas de su casa y me ofrezca momentos inolvidables en esta, mi primera experiencia viajando sola.

Desde que fui a Jamaica, el pasado mes de septiembre (amor a primera vista), empecé a planear mi regreso. Hacía bastantes años que quería ir a Jamaica porque soy adepta al reggae, de hecho mi festival favorito es el Rototom que se hace al ladito de mi casa, en la playa de Benicàssim (Castellón) y ya este festi es una premisa importante del buen rollo, el ritmo y el sabor del ‘one love’ y ‘one respect’ que encuentras en la isla. En Jamaica esta sensación se eleva al infinito y más allá si cabe.

El tema es que fue pisar la isla y ya saber de primeras que yo iba a volver tarde o temprano, aunque nadie se esperaba que fuera tan temprano la verdad. Lo cierto es que en cuanto volví a España empecé a informarme y me topé de bruces con una página que iba a cambiar mi concepción de viajar. A ver… no encontré América pero la verdad es que me abrió los ojos y vi en esta aplicación una forma muy eficaz para pasar largos periodos de tiempo sin gastarte mucho dinero en un país extranjero.

¿Cómo me voy a alojar?

La página en cuestión, aunque existen muchas más de este estilo, es Workaway. Por el momento no puedo hacer una crítica o recomendación sustentada bajo los cimientos de la experiencia personal, porque todavía no he llegado a Jamaica, pero sí, esta es la forma en la que me voy a alojar allí en la isla. De Workaway en Workaway y tiro porque me toca.

Explico por encima en qué consiste: es una página web en la que para acceder a las ofertas de voluntariado debes hacer una contribución económica anual de 30 euros. Esta pequeña cantidad monetaria sirve como ‘seguro’ y te garantiza que los hosters (anfitriones o huéspedes) son fiables, buenas personas y te van a dar una cama en condiciones para que tu experiencia sea gratificante y confortable.

Si por el contrario, no es una experiencia gratificante, tú, como has pagado 30 euros, te pones en contacto con el equipo de Workaway quien te ofrece una asistencia legal y jurídica y emprenden asuntos legales contra la persona que te ha fastidiado el voluntariado, bien porque te ha dejado tirado en el último momento, bien porque la cama que te prometía resultaba ser un tablón de madera en el suelo, o tal vez porque en vez de tres comidas diarias al final solo te daban una y un plátano para antes de dormir.

Cabe decir que cada host tiene sus condiciones de voluntariado, generalmente muchos de ellos establecen un horario de trabajo que pocas veces supera las cinco horas diarias y fines de semana libres para que el voluntario pueda hacer turismo y descubrir el país. A cambio de estas tareas de voluntariado que van desde limpieza, jardinería, construcción, pintura o cuidado de niños o animales, los huéspedes te ofrecen alojamiento y en algunas ocasiones hasta comida.

La verdad, como decía antes, no tengo la experiencia en primera persona pero he estado investigando en Internet sobre “workaway opiniones“. Desde la misma página web puedes leer comentarios, tanto de huéspedes como de anfitriones, pero también los puedes encontrar en otras páginas de Internet y en términos generales parece una buena opción para personas como yo que desean viajar durante largas estancias de tiempo sin gastarse un euro. No es que sea rata, es que quiero viajar mucho.

Aunque esto es como todo, he podido leer opiniones en las que  se critica a la página debido a la explotación llevada a cabo por algunos huéspedes a voluntarios, aunque ahí ya entra la capacidad de reacción de cada cuál y si en un momento se hace evidente esta explotación laboral o no se están cumpliendo las condiciones previamente establecidas lo lógico es denunciarlo a la página de Workaway y marcharse de ese lugar cuanto antes.

Muchas aplicaciones tienen la opción de que los usuarios valoren y puntúen el servicio que ofrecen personas particulares a través de este tipo de aplicaciones (como BlablaCar o Couchsurfing),  en la que el criterio de selección puede basarse en estos comentarios ya que se trata de un indicador muy fiable a la hora de saber si estas tratando con una persona de confianza o no. Workaway tiene el mismo concepto y puedes leer las opiniones de las personas que ya se han alojado previamente en estos hostales, hoteles, albergues, granjas, etc.y conocer a través de la experiencia de otros viajeros el nivel de hospitalidad del huésped.

Yo por lo que he leído en los comentarios hay que tener mucho cuidado, sí, pero porque esto del Workaway vicia y ¡MUCHO!

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