¿Está mal que escriba sobre el hotel en el que voy a empezar a trabajar? Bueno, pues challenge accepted. Hoy vengo a hablaros de The Waldorf, un hotel de cuento de hadas.
Podéis llamarle autopromoción o simplemente, como hago yo, podéis dedicaros a admirar la belleza de este edificio histórico que dio vida a noches de tango, fue bombardeado durante la Segunda Guerra Mundial e incluso sirvió de escenario para la película Titanic.
Hablo de The Waldorf Hilton, un hotel situado en pleno centro de Londres, entre Holborn y Covent Garden y en el que a partir de unos días, empezaré a trabajar como supervisora. No quepo en mí del orgullo que siento.
Este gigante histórico se levantó en 1908. William Waldorf Astor, primer vizconde Astor, fue quien mandó a construir el emblemático hotel. Se erigió con la idea de seguir la tradición estadounidense en la que el hotel sirviera no solo como lugar donde pernoctar, sino también como espacio en el que el transeúnte podía disfrutar del té de media tarde, tomar una copa, bailar tango, reunirse o comer y cenar en el lujoso restaurante.
A día de hoy, sigue manteniendo su esencia. Unida ya a la tradición estadounidense de aquella época, hay que añadirle también la tradición inglesa de los presentes días, en los que la actividad estrella son los famosos y tradicionales ‘afternoon teas’, antaño pasatiempo de la aristocracia inglesa, hoy en dia un ‘imperdible’ con atractivo turístico para visitantes tanto de dentro, como de fuera del país.
The Waldorf cuenta con 298 habitaciones, 19 de las cuáles son suites. Además, haciendo alarde del lujo, incluye piscina, sauna y baño turco. Especial mención, como no, a su salón Palm Court, que acogió grandes tangos y sirvió de escenario para “la última noche” del Titanic. Hoy en día sigue brillando impoluto y acoge, de vez en cuando, eventos y celebraciones.
Justo al lado del memorable salón, está el Restaurante Homage, del cuál destaco sus columnatas y lamparas de araña o ‘chandelier’. Este restaurante imita a los grandes cafés de Europa del siglo XX. El hotel también cuenta con el bar y salón Good Godfrey´s, perfecto para una copa a media tarde. Y por último, el Parrot London, una adquisición más moderna que incluye música y cócteles tropicales.
¿Y cómo acabé yo en este lujoso hotel?
Tras un año difícil de pandemia, en el que aquí, la menda, no ha parado de trabajar, decidí que ya era hora de abandonar mi antiguo trabajo en el Double Tree Hilton Hyde Park y seguir creciendo en este polivalente, cambiante, excitante y también estresante mundo de los hoteles. Decir que este hotel, ubicado en las proximidades de Hyde Park, me ha enseñado todo lo que sé sobre hoteles y servicio al cliente, así que estoy muy agradecida de la experiencia allí cosechada.
Cabe destacar que Londres vive una buena época para el turismo, aunque éste no sea internacional. Tras año y medio de pandemia, el país y su capital, remontan. Visitantes que llegan de todas partes de Reino Unido. Ejecutivos que empiezan a escaparse a las grandes ciudades a hacer negocios. La vida normal, aunque a pequeños pasos, toma rumbo de nuevo. Este pequeño empujoncito del turismo, ha permitido a los hoteles de Londres, contratar de nuevo. Y a mi, emprenderme en esta nueva etapa-aventura.
El cambio no puede llegar en mejor momento, pues ya desde hacía meses necesitaba un giro y una motivación en mi vida.
Antes de conseguir el trabajo, me alojé por una noche en The Waldorf con mis amigas, Rosa y Lourdes. Precisamente fuimos a celebrar el cumpleaños de Rosa y nos dieron una habitación King Deluxe en el último piso. Pusieron una cama extra para acomodarnos a las tres. La habitación estaba cuidada al detalle, incluía mini bar, gominolas y hasta un osito de peluche adorable y por supuesto, amenities.
El hotel me pareció precioso, Caminar por los pasillos era como deambular por un buque antiguo. Me sentía como en el mismísimo Titanic. Me gustó hasta la moqueta que cubre el suelo y eso que yo soy de detestar las moquetas.
Cenamos en el Restaurante Homage, nos hicimos fotografías en el salón Palm Court, hablamos con el personal, todos muy agradables y serviciales. Y destaco el desayuno, que fue a la carta con una parte de buffet libre donde el huésped se puede servir de bollería, cereales y zumos.
Disfruté especialmente del desayuno, debe ser porque es mi comida favorita del día, pero sobretodo porque soy muy fan de las tostadas con aguacate. El desayuno estrella incluye también huevos revueltos y el típico ‘English breakfast’ a base de bacon, salchichas, alubias rojas y hash browns de patata.
The Waldorf Hilton es una opción acertada para aquellos que quieren mimarse y sentirse mimados.