Tengo un amigo ruso con el cuál tengo apasionadas charlas sobre destinos del mundo, culturas, gastronomía, política e historia. Cuando hablamos a veces coincidimos en algunas cosas, él está harto de las ciudades y su lugar ideal sería en una cabaña en medio del bosque, sin wifi y con muchos libros para leer.
Por el contrario yo adoro las grandes ciudades, no tanto para vivir como para perderme y descubrirlas viajando, pero el quiz de la cuestión y el por qué os hablo de mi amigo es porque un día me dijo “Sevilla es la ciudad más bonita del mundo”. Y yo me lo creí.
Me lo creí a medias porque yo que había estado en Sevilla, a la que reconozco como uno de los monumentos al aire libre más impresionantes que existen, tengo que admitir que hay otras ciudades que están por delante de ésta o a la par, como su vecina Córdoba.
Hace poco visité esta ciudad y volví a acordarme de mi amigo, pensé: “si estuvieras aquí Córdoba quizá destronaría a tu querida Sevilla”. Aunque no se trata de enfrentar ambos lugares porque de ser así Granada también podría formar parte de este top de “ciudades más bonitas”. Andalucía tiene ese arte y esa vidilla que siempre te hace volver.
Pero yo quiero hablaros de Córdoba porque lo mío son las flores, la poesía y por qué no, la influencia árabe que siempre da un toque elegante a cualquier ciudad con evocación al culto de Oriente.
Para empezar me encantan esas ciudades en las que puedes ir andando a todas partes o en las que hay un metro que lo hace por ti. Córdoba es una metrópoli pequeña con atajos que desembocan en lugares inesperados. Cómo un parchís, en el que la ciudad es el tablero y el turista la ficha y que a cada casilla se encuentra con una sorpresa espectacular.
La Mezquita-Catedral de Córdoba
La Mezquita de Córdoba es uno de los monumentos más importantes de todo el Occidente Islámico y uno de los más impresionantes a escala mundial. Una construcción que engloba la arquitectura gótica, barroca y renacentista y que fue compartida en su más primitivo estado por musulmanes y cristianos.
No se puede valorar el arte sin conocer su historia y lo más asombroso de esta construcción, que fue erigida por Abderraman I, son sus posteriores y sorpresivas reconstrucciones cristianas, inesperadas por el hecho de que fueron tan sutiles que el influjo árabe no fue tapado ni disuadido en ningún momento.
Consta de dos zonas diferenciadas, el patio o sahn porticado donde se alza con brío el alminar, rodeado por naranjos y palmeras; y la sala de oración o haram. El efecto cromático que se dibuja en el interior puede ser capaz de atraparnos por horas.
Es la típica estampa de Córdoba: un concierto de columnas y arcadas bicolores que hacen afirmar que, una vez envuelto por ellas, ninguna te parecerá igual. Cabe destacar la Catedral que convive en armonía con el conjunto de columnas, una obra impoluta, vestida de novia, con bóvedas barrocas y cúpula renacentista.
La Torre de Calahorra
Abandonando la Mezquita, con la que el visitante se topará en mil ocasiones, pues su privilegiada ubicación céntrica hace de cauce que desemboca, como he dicho antes, en atajos con lugares inesperados, llegamos hasta la Plaza del Triunfo desde donde nace el Puente Romano.
La Plaza del Triunfo es una coqueta zona cuyas pintorescas fachadas neomudéjares evocan esa teatralidad que te trasladan a una época pasada pero aún viva.
Esta hermosa plaza sirve de nexo entre la fortificación de la Mezquita y la Torre de Calahorra, un museo el cual recomiendo mucho por lo interactivo que es y por hallarse en su interior piezas del Al-Andalus más vivo. En sus almenas se adquiere una panorámica excelente de los alrededores de la ciudad, siendo El Guadalquivir el espectáculo protagonista.
Para llegar hasta la torre hay que cruzar el Puente Romano en el cual acampan artistas callejeros que se mezclan con la musicalidad del Guadalquivir y la gracia de sus molinos.
Alcázar de los Reyes Cristianos
El Alcázar es otro de los monumentos más representativos de la ciudad y que atrae a los turistas en masa. Es recomendable su visita por la tarde, hacia la puesta de sol, la luz que cae sobre los jardines hacen que este lugar sea mágico. Pero no solo por el color es la mejor hora para recorrer la estancias, sino porque te ahorrarás horas de kilométricas colas.
También en el Alcázar encontramos restos árabes, además de romanos y visigobos, así como una colección asombrosa de mosaicos extraídos casi en su totalidad de la Plaza de la Corredera (una plaza al más puro estilo Plaza Mayor de Madrid).
A lo largo de la historia sirvió como Sede del Santo Oficio, más conocida como Inquisición, e incluso a mitad del siglo XIX sus dependencias actuaron de cárcel, una cárcel con unos jardines de fantasía, todo hay que decirlo. El conjunto arquitectónico, con sus jardines y patios, se complementan con sus cuatro torres (la de Los Leones, la del Homenaje, La Inquisición y Las Palomas). Y nuevamente unas almenas de vistas dichosas.
Cabe decir que muy cerca del Alcázar están las Caballerizas Reales que albergan en su interior una colección muy completa de carruajes de época.
Otros lugares de interés
Imposible resumir en un solo post toda la magnífica arquitectura que encierra paradójicamente una ciudad tan pequeña.
Debido al poco tiempo que permanecí en Córdoba (un fin de semana) no tuve ocasión de visitar la Medina Azahara, lugar que me recomendaron encarecidamente pero por encontrarse a las afueras de la ciudad fue imposible el desplazamiento.
Si por suerte permaneces más días hay lugares que muchas guías turísticas recomiendan, tales como la Sinagoga o el Hospital del Cardenal Salazar, así como las innumerables plazas, callejuelas (la más curiosa es la Calle del Pañuelo, tan estrecha como el largo de un trapo), posadas como la del Potro, museos y sobre todo el Barrio de San Basilio, famoso por sus patios de flores, que os hablo en este post.
| Más información en www.turismodecordoba.org
[…] ese perfume dichoso que convierten a esta tradición en un auténtico museo de arte al aire libre. En Córdoba no solo la arquitectura roba miradas, sino también las flores. Es una ciudad bonita la mires por donde la […]