| Artículo Original en: http://viajes.elmundo.es/2016/03/07/otrosmundos/1457351528.html


En el Día Internacional de la Mujer repasamos la vida de ocho féminas que derribaron fronteras en sentido literal y figurado, ya que a veces las barreras físicas fueron lo de menos. Hay de todo: escritoras, aviadoras o egiptólogas.

1. Egeria, la primera viajera

La primera viajera intrépida de la que se tiene constancia vivió en el siglo IV, nació en tierras gallegas y se la conoce como Egeria, la peregrina religiosa que emprendió un valiente viaje que duró tres años (de 381 al 384). Fue una mujer de la alta nobleza, con una posición económica acomodada y buena educación. Hablaba griego, sabía geografía y era una ávida lectora. Todas estas cualidades la convirtieron en una mujer única para la época en la que vivía. En su travesía visitó Constantinopla, Mesopotamia, Asia Menor, Siria, Palestina y otros muchos lugares. Para los tiempos que corrían y los pocos medios con los que contaban, se convirtió en una atrevida, heroica y referente viajera digna de inspiración.

2. Mary Kingsley, la reina de África

Creció con historias de aventuras y diarios de trotamundos pues su padre, el británico George Kingsley, era médico y escritor de viajes. Fallecido en 1892, dejó el final de uno de sus libros con las páginas en blanco. Fue la joven soñadora Mary Kingsley (Londres, 1862) quien siguió las pisadas de su padre hasta África para terminar su obra sobre culturas locales. Con aspecto elegante, sombrero y sombrilla, se convirtió en la reina de África. Fue un fenómeno editorial en Gran Bretaña y dio charlas defendiendo a los nativos y rechazando el racismo de su país en el que «un negro no era más que un blanco subdesarrollado». Murió con 38 años en 1900 a causa de fiebre tifoidea. El célebre escritor Rudyard Kipling dijo que Mary era «la mujer más valiente que había conocido en su vida».

3. Amelia Earhart, la aviadora

Nacida en 1897 en Kansas, no mostró ningún interés por el mundo de la aviación hasta 1920, cuando en California asistió a un espectáculo aéreo en el que se le presentó la oportunidad de volar en un biplano y un año después empezó a recibir clases de pilotaje. Entre sus proezas destaca haber sido la primera mujer en cruzar el Atlántico en solitario. También protagonizó el primer vuelo entre Hawaii y Estados Unidos. Todos estos hitos la convencieron para ir más allá y se propuso dar la vuelta al mundo. Pero lo que iba a ser una hazaña dio lugar a un misterio. En mitad de la travesía se cortó toda comunicación y no volvió a saberse nada más de ella. Fue la primera fémina galardonada con la Cruz Distinguida de Vuelo por el Congreso de Estados Unidos además de ser el altavoz femenino en este sector.

4. Isabel Barreto, la almiranta número uno

Pisó las Américas por primera vez en 1585. Nacida en Pontevedra y esposa del navegante Álvaro de Mendaña (quien dirigió una expedición a las Islas Salomón), ella estaba entre la tripulación y se la recuerda como mujer de fuerte carácter, procedencia noble y con cierta crueldad. Entre los marineros había disconformidad con que las féminas navegaran a bordo pero las circunstancias hicieron que Mendaña muriera de malaria y nombró a Isabel gobernadora en tierra. Tras otro desafortunado fallecimiento, ésta vez el de Lorenzo Barreto, su hermano y capitán de la expedición, ella asumió el cargo tanto en tierra como en mar, convirtiéndose en almiranta y Adelantada del Mar Oceánico, título que recibía una mujer por primera vez en la Historia. Eso sí, no le temblaba el pulso a la hora de tomar decisiones.

5. Catalina de Erauso, monja alférez

Catalina inventó aquello de ella es el chico. Y es que a temprana edad la internaron en un convento para seguir la tranquila vida de una monja de clausura. Se rebeló y decidió jugar con ventaja, pues su aspecto varonil y su vestimenta la ayudaron a pasar los siguientes 20 años bajo una falsa identidad. En ese tiempo, consiguió viajar a América, participó en enfrentamientos de conquista con el Ejército Español y ostentó el grado de alférez por su destreza en combate. Fue en 1623 en Perú cuando la condenaron a muerte y su secreto tuvo que salir a la luz. Al descubrirla, la internaron en varios conventos peruanos y finalmente regresó a España. A su vuelta, el mismo rey Felipe IV quiso conocerla en persona y aprobó su vestimenta varonil. También viajó a Roma donde el Papa la recibió y finalmente se retiró a México donde pasó el resto de su vida.

6. Hester Stanhope, líder aventurera

En una época en la que a la mujer no se le permitía hacer gala de su carácter y poder, Lady Hester Stanhope se sentía toda una líder. El primer viaje que emprendió fue a Atenas donde el mismo Lord Byron se lanzó al mar para recibirla. Después partió a Constantinopla y siguió hacia El Cairo. En el camino naufragaron y fueron a parar a la isla de Rodas. Todo el equipaje se había perdido y se atabiaron con vestimenta turca. Lady Hester prefirió lucir como un beduino a llevar velo. Sus continuas expediciones y búsquedas del tesoro la arruinaron por completo. Ella encabezó la primera expedición arqueológica en Palestina. Murió aislada y saqueada por sus sirvientes, con los que estaba endeudada. Fue una mujer de ideas claras, mente abierta y muy criticada por sus contemporáneos, pero se ganó un hueco en Oriente Medio.

7. Emilia Serrano, periodista

Nació en Granada en 1845 y falleció en Madrid en 1922. Se crió en un lecho noble y acomodado, lo que le permitió educarse en París donde se codeó con figuras intelectuales y artísticas. Se casó con el barón de Wilson y tuvieron una niña, que murió. Publicó una veintena de libros e infinidad de artículos, tanto en Francia como en España y medios impresos del continente americano, que visitó y recorrió hasta en seis ocasiones. Emilia Serrano se convirtió en una prestigiosa escritora y periodista europea y americana del siglo XX acumulando varios galardones y reconocimientos.

8. Amelia Edwards, egiptóloga

Nacida en Gran Bretaña y casada con Egipto. Viajó por Europa pero no fue hasta su primera visita a Egipto cuando su pasión se desbordó por la cultura y patrimonio de esta tierra. El resto de sus días los dedicó a la preservación de los restos arqueológicos y a aprender de los enigmas de la egiptología. Para ello, fundó una asociación destinada a recaudar fondos para la conservación y difusión del arte del lugar. Su lucha la llevó hasta América, donde daba charlas para captar fondos para su causa. Falleció en 1892, no sin antes hacer una gran aportación económica para abrir la primera cátedra de Egiptología de Reino Unido, por la que se la consideraría más tarde la Madrina de la Egiptología.

| Más información en www.mujeresenlahistoria.com

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