He cumplido un sueño. Sí queridos lectores (si hay alguno por ahí), este año después de mucho tiempo (desde la pandemia) que me prometí a mí misma que volvería a cruzar el charco. Y lo he hecho a lo grande descubriendo un continente completamente desconocido e inexplorado para mí: Asia.

Llevaba mucho tiempo tras la pista de un viaje así, multidestino y a lo mochilera. Acostumbrada a Europa, y ya con un poco de terreno recorrido en América Latina, Asia se mostraba como un destino desafiante para mí teniendo en cuenta mi condición diabética (aunque los que me conocen saben que esto nunca será un impedimento para mí).

Si es cierto que, por ignorante, siempre he pensado que era un destino con ciertos riesgos. El primero, por ser un continente muy remoto, con acceso menos directo (cogí tropecientos vuelos), por ser culturalmente tan diferente y por poseer una barrera lingüística tan limitada si lo comparo con, como he dicho, destinos europeos y latinoamericanos. No mucha gente habla inglés y los que lo hablan tienen un acento tan marcado que a menudo es difícil la comunicación.

Con los años he aprendido que la organización lo es todo. Y es por eso que, cada vez que cruzo el charco lo hago siempre con un seguro de viaje contratado. No un seguro cualquiera, sino uno que vele por mi seguridad diabética. Ya he hablado anteriormente de este seguro para diabéticos, Barchilon, en este artículo.

A parte de eso, llevé conmigo medicinas de sobra para todo el viaje, consulté con mi médico, vi muchísimos videos del destino y me informé, además de ser muy consciente de la comida y de las actividades que realizaba para evitar hipoglucemias o hiperglucemias. Ir preparada te libra de muchos inconvenientes.

Una vez dicho esto, he de decir que el viaje fue de 10 y no se me planteó ningún reto.

Fueron 12 días de mucha intensidad, puro ajetreo (sobre todo con el tráfico), ciudades repletas de color, algún que otro dolor de barriga, olores comprometidos, lluvias monzónicas, sabores orgásmicos y mucho espectáculo natural. Asia es una caja de sorpresas.

Mi viaje comenzó en Kuala Lumpur, capital de Malasia y terminó en Bangkok, capital de Tailandia. No me detendré aquí ya que escribiré otros artículos para extenderme más. En este reportaje os hablaré de los imperdibles de Phuket, Tailandia.

Cómo llegar:

Existen numerosas conexiones entre Malasia y Phuket. Pagamos 45 libras por un vuelo operado por AirAsia que incluía maleta de cabina (10 kilos) y maleta facturada (20 kilos). Para este tipo de viajes recomiendo viajar a lo mochilero ya que la mochila pesa menos que una maleta normal. Salí desde España con 9 kilos a mis espaldas (mi cara de sorpresa en el mostrador de facturación de Iberia no tenía desperdicio) y regresé a España, después de 6 vuelos, 3 destinos y 12 días de viaje y la maleta llegó a pesar 12 kilos.

En territorio tailandés, cogimos un segundo vuelo desde Phuket hasta Bangkok con la aerolínea Thai que nos costó €33, nuevamente con maletas incluidas. Tanto el primer vuelo como el segundo tuvieron una duración de hora – hora y media.

Me fascinó lo eficientes que son los aeropuertos en Asia. Casi no había colas y todo se puede gestionar online o en los mostradores de self check in. Solo tenías que llegar, con el check in previamente hecho online, y desde el mostrador de self check in adquirir la etiqueta para la maleta y dejarla en la cinta. Aún así recomiendo estar en el aeropuerto al menos 2-3 horas antes por cualquier imprevisto que pueda ocurrir, dícese tráfico, que en Asia es muy común y los aeropuertos están todos ubicados a una hora de las grandes ciudades.

Dónde alojarse:

Nosotras, haciendo uso de nuestro maravilloso descuento por trabajar con Hilton, nos alojamos en Double Tree by Hilton Phuket y Conrad Hilton Bangkok. Ambos dos con localizaciones excelentes y con oferta de servicios super completa: desde desayuno, hasta acceso al executive lounge (que incluye bebidas y snacks), así como piscina.

Pero bien es sabido que en estos destinos los alojamientos son bastante baratos y fácilmente se puede reservar un resort decente por unos 50-70 euros la noche.

En Phuket nos alojamos 3 noches en Hilton y otra noche quisimos adentrarnos en lo local, así que reservamos una noche en Book a Bed Poshtel que salió a menos de 15 libras la noche. El “poshtel” era ideal, con una piscina infinity, habitaciones compartidas con litera y baño privado, cocina común y café con galletas y frutas para desayunar que se ofrecía al viajero sin coste extra.

La opción de hostel es la más acertada si se quiere conocer a otros backpackers con los que hacer planes y viajar juntos.

Qué hacer en Phuket:

Phuket es masivamente turístico por sus playas idílicas salpicadas por montañas con formas singulares, aguas cristalinas y fauna salvaje. Snorkel, parapente, buceo y otras actividades acuáticas atraen a los turistas de todas partes del mundo.

No solo las playas son su atractivo. Fiesta, con afición por los géneros de música house y tecno. La discoteca Iluzion fue todo un descubrimiento, llegamos a ir dos noches seguidas. Y el chiringuito Nomad también imperdible por su espectáculo con fuego.

Los masajes tailandeses merecen especial mención. Nosotras nos dimos un masaje por día. Acabé de aceite hasta las orejas y parecía una ensalada andante. Tailandia está llena de locales y spas de masaje a precios muy diversos. Los precios oscilan entre los 7 euros hasta los 30.

Playas en Phuket:

El primer día nos quedamos en Patong Beach ya que estaba al lado de nuestro resort. Es una playa bastante larga, con un montón de chiringuitos y a tiro de piedra del centro de Patong donde priman los mercados, restaurantes y locales nocturnos.

El segundo día contratamos un tour con Get Your Guide para descubrir la típica estampa de esta zona: Phi Phi Island y sus atractivos más próximos: Maya Beach, Monkey Beah, Viking Cave, Pileh Lagoon, Ko Phi Phi Le, Ko Phi Phi Don, Nui Bay y Bamboo Island. Es un tour completo en barco con distintas paradas e incluye snorkel y comida local. Probamos todo tipo de frutas y un buffet de comida típica. Pagamos unas 45 libras.

El último día queríamos deleitarnos con el atardecer y fuimos a la playa de Surin Beach. Un arenal muy extenso, repleto de zonas para comer. Tiene su parte posh, con muchísimos chiringuitos con piscinas, hamacas en la arena, zonas chill out y DJ, perfectos para comer o cenar y ver el anochecer.

Con más tiempo, recomendaría ir a otras playas como Banana Beach, Freedom Beach, Kata Beach y la famosa James Bond Island.

Si te quieres alejar de lo turístico, recomiendo adentrarse en Phuket Old Town ubicada a 30 minutos en grab (servicio de taxis similar a Uber) desde Patong Beach, que es la zona más turística que mencionaba antes.

Restauración:

Siam Thai Restaurante: he comido muchos Pad Thai en Tailandia pero ninguno como en este local. Además nos atendieron super rápido y el servicio nos dio muy buenas recomendaciones de qué lugares visitar.

Baan Laimai Beach Resort tiene un restaurante muy bonito, decorado con farolillos y con un ambiente muy playero, tienen música en directo, cócteles súper ricos y comida típica. El servicio también fue excelente.

Tropical Restaurant, ubicado en primera línea de playa ofrece platos típicos, pero también hamburguesas, sándwiches y pizzas. Yo pedí curry al más puro estilo tailandés y estaba buenísimo. Banana frita de postre, aún sueño con este plato.

Recomendaciones:

Phuket ofrece muchas actividades y si tienes poco tiempo recomiendo contratarlas con tour operadores como Get Your Guide ya que planearlas por sí mismo lleva tiempo e igual costes extras no previstos. Con los tours te puedes olvidar de la planificación y de las sorpresas con los precios.

Grab para trasladarse de un lugar a otro. Es como el Uber europeo, pero con precios baratísimos. No ha habido trayecto que costara más de 5 euros.

Cambiar dinero, ya que muchos sitios no aceptan tarjeta. Yo llevé dinero en efectivo, pero perfectamente se puede sacar dinero en los ATM si tienes una tarjeta libre de comisiones como Monzo o Revolut.

Spray anti mosquitos, nunca viene mal, así como paraguas y chubasqueros si viajas en época de monzón como nosotras.

Siempre consultar en internet sobre las actividades a realizar para evitar lo que nos ocurrió a nosotras que quisimos ver el Big Buddha y éste estaba cerrado debido a que por un monzón se había desnivelado el terreno y suponía un riesgo para el visitante por posible desprendimiento.    

Pero lo mejor de Tailandia es dejarse llevar y estar abiertos a los cambios de planes, puesto que el tráfico, las lluvias u otros acontecimientos pueden hacer que tu itinerario se vea afectado y dé un giro. Hay tantas cosas por ver, por hacer y por probar que recomendaría llevar una guía básica de imperdibles en Tailandia y el resto dejar que la magia actúe y dar rienda suelta a la espontaneidad.

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